Tendemos a apegarnos a todo, a nuestro coche, nuestra casa, a nuestros padres, a nuestros hijos, abuelos, etc., les tomamos tanto aprecio que nos cuesta lo indecible cuando los perdemos, nos hace sufrir y algunas veces incluso llegamos a necesitar incluso de ayuda externa para recuperarnos de su pérdida.
Vivimos en un plano material, muy denso, nos impregnamos tanto de nuestro entorno que olvidamos nuestra naturaleza y nuestro objetivo de vida.
Encontrar el equilibrio y armonizarnos con la vida es tarea a conseguir por todos nosotros y para ello conocer que todo tiene un propósito y su propio plan de vida nos es muy útil a la hora de encontrar esa armonía y esa paz tan ansiada.
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